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Ingeniero Agrónomo por la UNA. Mestre em Agronomía, área de Concentración Suelos y Nutrición de Plantas por la USP. Profesor Titular de las Asignaturas Planificación del Uso de la Tierra y Suelos Forestales y Encargado de Cátedra de la Asignatura Edafología de la FCA - UNA.

lunes, 24 de octubre de 2011

Planificar el uso de la tierra en Paraguay

Una de las acciones pendientes en el Paraguay es la planificación, no solo del uso de la tierra, sino de toda la actividad humana del país. Siempre se ha dicho que el Paraguay es un país rico, por su naturaleza cargada de bondades de clima, suelo, flora y fauna, así como por sus recursos humanos, aunque estos carecen de la preparación suficiente para entender la manera de producir bienes en forma sostenible.
La planificación del uso de la tierra tiene dos ámbitos importantes a saber: el ambiente urbano y el ambiente rural. En ambos ambientes hay mucho por hacer.
Los diez pasos para la planificación del uso de la tierra indicados por la FAO 1994 deben ser conocidos por los gestores y administradores de las tierras, de manera a entender el modelo propuesto, y a partir del mismo, generar una metodología apropiada para cada uno de los escenarios que se presentan a nivel distrital, departamental, regional y nacional, pues la estructura política así lo sugiere.
La planificación del uso de la tierra a nivel rural necesariamente debe basarse en los estudios de suelos realizados en la década del 90, a nivel de las dos regiones: Oriental y Occidental, así como en datos de clima,  riesgos de erosión y excesos de agua, tal como lo sugiere la clasificación por capacidad de uso de la Tierra.
Con esto, el ordenamiento del territorio permitirá la producción de rubros agropecuarios en los sitios que están mejor preparados para estos menesteres, así como proporcionará la mayor ganancia para los productores, que deberán mejorar sus condiciones de vida con estos trabajos.
Los gobiernos nacional, departamentales y distritales deben tomar conciencia de la falta de un plan de ordenamiento territorial a las diversas escalas, de manera a iniciar una verdadera revolución del sistema productivo nacional, destinando las tierras a las actividades paras las que son aptas. Esta conciencia debe estar acompañada de una clara política de recaudación de impuestos, dando incentivos a las tierras productivas, sea por su producción agropecuaria o por su belleza escénica o cuidado del ambiente, y castigando a las tierras improductivas, producto de la especulación financiera.
Las herramientas para optar por un modelo de gestión más ordenado y claro están a disposición de las autoridades, tanto en las Universidades como en los centros de investigación; la opción de adquirirlas para provecho de la población es cuestión de una decisión de los gestores de nuestra ciudadanía.

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